Cada una de estas tazas es igual a la anterior, cada una es un lienzo en el que distintas herramientas infligen su marca distintiva, las manos se convierten en un instrumento de la herramienta que delimita aquello que se puede y no se puede hacer. Es el placer del dejarse llevar por las posibilidades de cada instrumento y poner en of al ego creativo.
Es divertirse jugando a ver que pasa y observar las consecuencias. Luego viene el calor del horno que imprime la geología del color. Y con suerte suceden estas tazas.